Quien aprecie una buena comida no puede dejar de acompañarla con buenos vinos. Los dos son el matrimonio perfecto de la gastronomía.
Es básico saber elegir un vino adecuado para acompañar cada plato. No es una tarea fácil, hasta a los expertos en estos caldos les cuesta hacer una buena elección.
Encontrareis una gran cantidad de libros, revistas y artículos en Internet aconsejandoos sobre este tema. En muchas ocasiones se contradicen todas estas reglas, lo más importante es seguir algún criterio de selección.
La regla clásica aconseja que con carnes blancas van los vinos blancos y con las rojas, los tintos.
En la actualidad la norma indica que se deben unir sabores y no ocultarlos. Es decir, ningún sabor debe imponerse al otro. Sabores delicados deben ser acompañados por bebidas de iguales características y así equilibrar el encuentro. Nadie compite y los dos se destacan por igual.
Es importante conocer el orden en que se deben servir los vinos:
• Vinos secos antes de los dulces.
• Vinos blancos antes de los tintos.
• Vinos livianos antes de los de cuerpo.
Los tipos de vinos que acompañaran a las comidas por norma general son:
• Vinos blancos para los platos fríos, entradas calientes con pescado, gallina u otras aves con salsas claras.
• Vinos tintos para el plato principal compuesto por carnes o aves con salsas oscuras.
• Para el postre es posible presentar algún espumante o champagne o servir algún vino abocado tipo marsala o los generosos.