Después de jugar un partido de fútbol, los niveles de testosterona pueden aumentar hasta el 30 por ciento. Este efecto, que ya se había observado en hombres de países occidentales, podría ser universal, según indican los resultados de un estudio realizado con miembros del pueblo indígena Chimané y que se publica en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Los Chimané (Bolivia) son una población de 15.000 personas repartidas en pequeñas localidades del Amazonas que viven de la agricultura y la caza. Sus habitantes sufren de diversas infecciones y enfermedades respiratorias y gastrointestinales, por lo que su sistema inmune está muy debilitado. A causa de esto los Chimané secretan menos testosterona. «Esta hormona es muy costosa energéticamente y además se piensa que interfiere con el sistema inmunológico», explica Benjamin Trumble, de la Universidad de Washington (Seattle, EEUU) y autor del estudio.
Los investigadores midieron los niveles de testosterona en los participantes en el estudio antes y después de que estos jugaran un partido de fútbol. Aunque los niveles de partida eran inferiores a los valores medios de los estadounidenses, al finalizar el juego estos se incrementaron en un 30 por ciento, una cantidad similar a la que otros estudios han medido en ciudadanos de EEUU. Además, los mayores goleadores del partido experimentaban los aumentos más significativos de testosterona. «Los resultados confirman que hay más factores explicando el pico hormonal que el mero hecho de participar en la competición», indica Trumble.
Este trabajo ayudará a entender los mecanismos de regulación hormonal a corto y medio plazo, y dará pistas sobre cómo tratar los problemas de baja producción de testosterona en personas mayores.