¿Qué mejor: dulce mentira o cruda verdad? Yo personalmente pienso que una relación debería basarse en sinceridad. Pero existen situaciones cuando para evitar un mal mayor es mejor decir algo que nosotras, las mujeres, queremos oír.
Por ejemplo, cuando estamos malas a veces nos ponemos muy caprichosas. Alguien se encierra en su habitación y no deja acercarse a nadie, otras al revés necesitan que cuiden de ellas constantemente. Y es cierto que es un poco complicado complacernos en estos momentos. Pero a la pregunta «¿Te supone mucha molestia cuidarme cuando estoy mala?» siempre deberíais responder con una cariñosa sonrisa: «¡Qué va! ¡Es un verdadero placer!». Y lo cierto es cuando una persona está realmente enamorada la respuesta correcta sale por sí misma.
Sé que la pregunta «¿Te molesta cuando estoy llorando?» se ha puesto los pelos de punta a más de uno. Los hombres odian cuando lloran las chicas. Pero nosotras somos así: compartimos nuestras emociones con nuestras parejas. Escapar cada vez al ver una lágrima o evitar responder a la pregunta no es una buena señal. Lo más correcto es darle un cariñoso abrazo a tu chica y escuchar.
El aspecto físico es otra cuestión peliaguda. «¿Este vestido me hace gorda?» o «¿crees que tengo mala cara sin el maquillaje?», las torpes respuestas a estas preguntas trampas que acabaron con más de una relación. Nadie quiere oír que no está lo suficientemente guapa sin maquillarse, ni nadie quiere oír que su cuerpo es lejano de los estándares de belleza. Por otro lado la falsedad a la hora de dar respuesta se nota demasiado. Así que ya sabéis, a ensayar delante del espejo: «amor mío, estás preciosa con o sin maquillaje».
Cuidado especial a la hora de responder a la pregunta «¿te parece sexy mi amiga/hermana?». Si dices «¡no, qué va, para nada!» tu chica podría enfadarse y si dices «oh, sí» tu chica podría enfadarse el doble. Así que la mejor opción sería «tu amiga/hermana es muy guapa, pero realmente sexy eres tú».
Y por último, esas visitas a casa de sus padres. Algunos tienen suerte y les toca la lotería en forma de los suegros majos y simpáticos. Pero otros a veces lo pasan verdaderamente mal con esas visitas obligadas. Pero esta gente sigue siendo su familia y a la pregunta «¿te gusta visitar a mis padres?» la respuesta tiene que ser un rotundo sí. Por lo menos a principio. Y en el caso de tener algún tipo de problema con ellos es mejor comentárselo con tranquilidad e intentar buscar una solución que resulte óptima para todos.