No penséis mal, yo solo trasmito lo que he leído por ahí. Un estudio de neurobiológicos de la Clínica Ernest Gallo del Centro de Investigación de la Universidad de California, en Estados Unidos, ha descubierto que el consumo de la cocaína estimula el crecimiento de las espinas dendríticas en el cerebro de los ratones. Estas nuevas espinas en las neuronas de los roedores fueron detectadas tan solo dos horas después del consumo de una dosis de cocaína. Y si no me creéis podéis consultar todos los detalles del estudio en el artículo publicado en la revista Nature Neuroscience o su resumen en Medical Express.
Eran tres experimentos diferentes. En el transcurso de un experimento los ratones recibían o una inyección de la cocaína o una inyección del suero fisiológico. 24 horas después con ayuda de una microscopio especial los médicos estudiaban las células directamente en el cerebro del ratón vivo. Ésta tecnología ha permitido detectar que en el cerebro de los ratones que recibieron una inyección de la cocaína había un aumento significativo en la densidad de las espinas dendríticas, las estructuras que soportan las sinapsis necesarias para la señalización, en la corteza frontal de estos animales.
En el segundo experimento los científicos primero con ayuda del mismo microscopio fotografiaron partes de la corteza cerebral de los ratones, después les inyectaban la cocaína y después hacían la segunda captura. El grupo de control, a los que se les inyectaba el suero fisiológico, pasaban por el mismo procedimiento. Al comparar las capturas los científicos detectaros que el crecimiento de las espinas dendríticas sucede tan sólo dos horas después de la inyección de la cocaína.
El tercer experimento consistía en a los ratones se les realizaban una serie de inyecciones de la cocaína o del suero fisiológico a lo largo de una semana. Además los animales recibían su dosis en las jaulas diferentes. Las jaulas «de la cocaína» y «del suero fisiológico» se diferenciaban en color, sabor y textura del metal. Después los científicos comprobaban qué jaula les «gustaba» más a los roedores. Y resultó ser que a los roedores les gustaba más la jaula donde se les inyectaba la cocaína. Y un detalle más: la jaula «de la cocaína» les gustaba más a aquellos ratones que presentaban el mayor crecimiento de las espinas dendríticas.
En anteriores investigaciones fue detectado que el crecimiento de las espinas dendríticas (al igual que aparición de las neuronas nuevas y modificaciones moleculares en las neuronas antiguas) es habitual para un cerebro que se encuentra con una información nueva.
Pero los resultados de este estudio no se deben a que la cocaína «mejora» el funcionamiento del cerebro. Según los autores de la investigación, la aparición de las espinas dendríticas indica que existen los fundamentos neurobiológicos de la aparición de la drogodependencia. Al parecer esta dependencia se crea a partir de los mecanismos que de algún modo recuerdan el aprendizaje cualquiera. Solo que la diferencia entre un aprendizaje y una dependencia de la cocaína está que la cocaína provoca unos cambios mucho más profundos. Las redes nuronales creadas bajo los efectos de la droga son mucho más firmes que aquellas redes que aparecen en el transcurso del aprendizaje normal.