Neymar ajeno al tumulto levantado por su millonario fichaje con el Barça en julio de 2012, parece blindar su vida con instantáneas rodeados de amigos y familiares. La empresa que le lleva la imagen corporativa, porque él es ya una empresa más allá de ser un jugador de fútbol, le paga 20 millones de euros por dejarse hacer. Todo para crear una estrategia que lo conviertan en el bueno de este enredo.
Lo cierto es que cuando hay tanto dinero en juego sería de muy tontos pensar que no hay gato encerrado, lo mismo pasó cuando la ciudadanía se puso las manos en la cabeza con el asunto de los cheques bajo mano en el caso Bárcenas. ¿Si en una zapatería se pagan comisiones bajo mano, cómo nos vamos a sorprender que lo haga un partido político o un club de fútbol que juegan en otra liga? Aceptémoslo, lo sabemos pero nos jode reconocerlo.
El caso Neymar y la lucha por el título de liga por los tres clubs, Barça, Real Madrid, y Atlético de Madrid empatados con sesenta puntos, se está convirtiendo en una de las ligas más convulsas e interesantes. Ya no es un choque sobre el campo sino que fuera de él hay otra lucha, la de la honestidad del club. El Real Madrid y sus aficionados se frotan las manos, el Atlético, sufridor y convencido, también.
Este fin de semana, Atlético de Madrid juega contra el Osasuna, los Blancos contra el Elche con un equipo cohesionado, pero con bajas en los cabezas de cartel. Mientras que el choque entre Barça y Real Sociedad, tendrá el tufillo en el banquillo y fuera de él.