¿Nunca os ha pasado que cuando la gente de tu entorno empieza a hablar de un producto, un nuevo gadget, y se masifica, te deja de interesar? Es como si quisiéramos ser seres especiales comprando un objeto especial, ese tan novedoso y con tantas prestaciones que han mi vida más atractiva.
Pues en la Universidad del estado de Penn en Estados Unidos (ya sabéis que es donde nacen las estadísticas y este tipo de estudios sociológicos) han resuelto que esto nos sucede cuando se nos pone la miel en los labios durante un tiempo con un gadget, sale a la venta y al principio un escaso sector de la población lo puede adquirir. Suponemos que por economía, porque su coste es elevado. Pero en cuanto se populariza, las ventas suben, y caen con la misma rapidez.
Por eso las empresas deben sacar el «4.0» el «Xpj» o el «5.1», son ejemplos obviamente inexistentes.
Esto consigue un doble efecto, una manera de consumir un producto cíclica, en la que compramos un móvil, por ejemplo, para acabar comprando el que salga después, ya que el viejo ya no es de nuestro interés, no es socialmente atractivo. Las marcas se forran y algunos pocos sentimentales son capaces de conservar el modelo antiguo que los hizo tan felices.