Lo de Jordi Évole ayer día 23 de febrero, fue todo un golpe de estado a las mentes de los españoles. Durante los diez quince primeros minutos entré junto con todo Twitter que ardía en comentarios ofendido hacia el engaño de esta democracia, en un shock. La puesta en escena de Évole, el guión, las imágenes escogidas, junto con esa voz en off profunda y veraz…hicieron un cebo perfecto. La cosa empezó a flaquear cuando salió Garci que como erudito en cine es lo más, pero como actor… estaba más en el papel Onega o incluso todos los políticos que se prestaron a la comedia. ¡Qué bien actúan, si señor!
Yo le doy mi enhorabuena, creo que más allá de sentirme al inicio estupefacta, después, cabreada y estupefacta y más tarde confundida, me resultó de lo más entretenido. En las redes sociales no dejaban de decir que Évole estaba jugando a ser Orson Welles. Pues sí, tal y cómo hizo el genio que urdió la Guerra de los Mundos, el catalán hizo gala de ciertas dotes para montar parodias.
Cuando finalizó el montaje con la referencia a la caja blanca del Rey, hacía rato que mucha gente pensaba haber avanzado veloz en el tiempo y estar en el día de los Santos Inocentes. Aún así, creo que lo de la caja hay que estudiarlo y desmontarlo, puedes que sea el porta Corinas.