Una empresa tan admirada como Google, por el mundo, por como, al parecer cuidan a sus empleados que parecen trabajar no en unas oficinas sino en un Olimpo de la revolución tecnológicas, está gritando el «mea culpa» a nivel de diversidad laboral.
Las estadísticas (algo tan detestable como inhumano) señalan, apuntan, a que Google le gustan más los hombres y de raza blanca. No nos extrañaría, si las minorías no estuviéramos acostumbradas. No pensábamos que por trabajar en sillones más molones y cómodos que los del resto de las oficinas fueran a ser igual de modernos y paritarios en todo.
A mi me escaman estas estadísticas: el 30% son mujeres pero el 17% se estas se dedican a departamento de tecnología. También es cierto y no lo digo por exculpar a los directivos, si ellos mismos se consideran culpables, que la mayoría de los especialistas titulados son hombres.
Los puestos de empleo se deben dar por méritos, por trabajo bien hecho, por profesionalidad, dar un puesto de empleo por suplir unas estadísticas me resulta un empujón mal dado a cualquier tipo de minoría.
Lo que me considero es una magnífica noticia es que estas instituciones que facturan millones se dediquen a la labor social y que parte de sus aportaciones sean en colaborará con el Centro Kapor para el Cambio Social, un grupo que aboga para disminuir la brecha de género y de raza en el sector tecnológico.
Soy escéptica no puedo dejar de dudar sobre los lavados de caras de las empresas cuando se les pilla en un renuncio… ya se verá.